Dolos caminaba junto a mi. Estaba sorprendido por ese hecho. No lo esperaba.
Lo miraba y tampoco entendía lo que me decía; mencionaba algo como que “el mundo camina tan de prisa, que uno debe correr o ponerse alas para estar a la par de todas las cosas que suceden”. Realmente no sabía a qué podría referirse.
Desde la noche de la Luna Roja, al año del primer aniversario del cumplimiento de la Promesa de Irún, no había sentido a Dolos cerca de mí. Probablemente ese día sentí que me despedía por fin de él.
Pero ahora estaba cerca otra vez.
Y escuché claramente sus palabras de saludo:
Hola, extrañado fratelli – fue su saludo. Hoy no fuiste tu quien me invitó, sólo he pasado a saludarte y a darte una sorpresa. Pásala super fratelli ¡¡¡
Me quede estupefacto al escucharlo; sentí un mareo marino y no entendí todo el sentido de su augurio.
No puedo contar cómo al final sucedieron las cosas, pero las palabras que Dolos había mencionado se volvieron realidad y siligiosamente en un tiempo muy corto recibí los obsequios prometidos.
¿ Has visto alguna vez la sombra del humo ?. Es una sombra ondulante y difusa, pero que recorre no sólo la superficie en donde se proyectaba sino también el Alma de quien la mira.
Ahora sé que Dolos tiene a la sombra del humo como su Heraldo, su anunciador, su mensajero sofístico.
No quería esa visita y no la acepté, pero a veces la vida nos pone sorpresas gratas o ingratas.
pd: Un día el Pastor llegó a la orilla del Mar, dejó el cayado y subió a una barca para narrar la Vida. Al finalizar, concluyó con el mensaje que aún hasta hoy día se escucha: El que tiene oídos para oír, oiga.
Lo miraba y tampoco entendía lo que me decía; mencionaba algo como que “el mundo camina tan de prisa, que uno debe correr o ponerse alas para estar a la par de todas las cosas que suceden”. Realmente no sabía a qué podría referirse.
Desde la noche de la Luna Roja, al año del primer aniversario del cumplimiento de la Promesa de Irún, no había sentido a Dolos cerca de mí. Probablemente ese día sentí que me despedía por fin de él.
Pero ahora estaba cerca otra vez.
Y escuché claramente sus palabras de saludo:
Hola, extrañado fratelli – fue su saludo. Hoy no fuiste tu quien me invitó, sólo he pasado a saludarte y a darte una sorpresa. Pásala super fratelli ¡¡¡
Me quede estupefacto al escucharlo; sentí un mareo marino y no entendí todo el sentido de su augurio.
No puedo contar cómo al final sucedieron las cosas, pero las palabras que Dolos había mencionado se volvieron realidad y siligiosamente en un tiempo muy corto recibí los obsequios prometidos.
¿ Has visto alguna vez la sombra del humo ?. Es una sombra ondulante y difusa, pero que recorre no sólo la superficie en donde se proyectaba sino también el Alma de quien la mira.
Ahora sé que Dolos tiene a la sombra del humo como su Heraldo, su anunciador, su mensajero sofístico.
No quería esa visita y no la acepté, pero a veces la vida nos pone sorpresas gratas o ingratas.
pd: Un día el Pastor llegó a la orilla del Mar, dejó el cayado y subió a una barca para narrar la Vida. Al finalizar, concluyó con el mensaje que aún hasta hoy día se escucha: El que tiene oídos para oír, oiga.
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