Hay cosas curiosas, qe uno con el tiempo olvida.
El aguacero de la tarde habia dado paso a una lluvia fuerte. De pronto las calles estaban inundadas de agua; el transito se hacia mas lento y ante todo el frio se sentia con vigor.
Aun sin paraguas, pero sí con una casaca semi-impermeable, comprada un dia antes por encargo de un compañero de trabajo, me resultaban de providencial ayuda.
Luca y media - la graciosa chica del kiosko en la Stacion Central, me ofrecia un paraguas chino, sencillo, de color azulino qe me podria resolver la gotera desde el cielo.
Mas calmado y protegido, era hora de saber si la ciudad moria o vivia con la lluvia.
Como es lógico en las ciudades, la lluvia hace qe todos se guarezcan en sus hogares o en algunas tiendas. Pero las 20:00 horas en esta serrana ciudad indicaba que la mayoria ya estaba en el calor de sus hogares.
Entrare a comer y a tomar algo caliente -me dije mentalmente.
Un pollo frito con arroz y un te, podían servir para calentar el cuerpo internamente.
Luego de esa frugal cena, caminar a la Residencial ubicada en plena avenida en donde se concentran Universidad, Centro de formacion técnica, comisarias, Mac Donalds y hasta un centro libertario en donde las pintas anarquistas se reunen en las mañanas, tardes y noches santiaguinas, era una buena razon para apurar el paso.
Y alli volvieron los recuerdos....
Las hojas caidas que como alfombras marrones se extendian por toda la avenida, creando una postal de fantasia.
El rocio que ahora habia en ellas, el suave trinar de sus hojas bajos las pisadas volvian el recuerdo del dia de la promesa cumplida, alla en el Puente de Irun-Hendaya.
Staba en otro lugar pero aun asi, habia la certeza qe se estaba en el camino correcto, que el tiempo no transcurre por nada. Qe siempre hay un motivo para qe sucedan todas las cosas en la vida.
Las hojas caidas eran el camino que nuevamente se abria en el horizonte.
Como hace ya muchos años atras, desde que la primera promesa se cumplio, ayer la lluvia nocturna las habia desprendido de los arboles y formado la alfombra por donde cruzar en la Vida.
El aguacero de la tarde habia dado paso a una lluvia fuerte. De pronto las calles estaban inundadas de agua; el transito se hacia mas lento y ante todo el frio se sentia con vigor.
Aun sin paraguas, pero sí con una casaca semi-impermeable, comprada un dia antes por encargo de un compañero de trabajo, me resultaban de providencial ayuda.
Luca y media - la graciosa chica del kiosko en la Stacion Central, me ofrecia un paraguas chino, sencillo, de color azulino qe me podria resolver la gotera desde el cielo.
Mas calmado y protegido, era hora de saber si la ciudad moria o vivia con la lluvia.
Como es lógico en las ciudades, la lluvia hace qe todos se guarezcan en sus hogares o en algunas tiendas. Pero las 20:00 horas en esta serrana ciudad indicaba que la mayoria ya estaba en el calor de sus hogares.
Entrare a comer y a tomar algo caliente -me dije mentalmente.
Un pollo frito con arroz y un te, podían servir para calentar el cuerpo internamente.
Luego de esa frugal cena, caminar a la Residencial ubicada en plena avenida en donde se concentran Universidad, Centro de formacion técnica, comisarias, Mac Donalds y hasta un centro libertario en donde las pintas anarquistas se reunen en las mañanas, tardes y noches santiaguinas, era una buena razon para apurar el paso.
Y alli volvieron los recuerdos....
Las hojas caidas que como alfombras marrones se extendian por toda la avenida, creando una postal de fantasia.
El rocio que ahora habia en ellas, el suave trinar de sus hojas bajos las pisadas volvian el recuerdo del dia de la promesa cumplida, alla en el Puente de Irun-Hendaya.
Staba en otro lugar pero aun asi, habia la certeza qe se estaba en el camino correcto, que el tiempo no transcurre por nada. Qe siempre hay un motivo para qe sucedan todas las cosas en la vida.
Las hojas caidas eran el camino que nuevamente se abria en el horizonte.
Como hace ya muchos años atras, desde que la primera promesa se cumplio, ayer la lluvia nocturna las habia desprendido de los arboles y formado la alfombra por donde cruzar en la Vida.