Hay ocasiones en que suceden raras circunstancias.
Tales momentos se perfilan como cambios bruscos en donde la tranquilidad de un mar sereno, de pronto es sacudida por instantes de tensión, desazón y ante todo perplejidad por lo que acontece.
Muchas veces las palabras dichas o escritas son las causantes de aquellos momentos; pero más lo son el estado de ánimo o quizás el sexto sentido de sentirse que algo está sucediendo dentro de la "normalidad" cotidiana.
Una solución es mandar esos instantes de donde provienen: a la nada o a un sitio peyorativo. Otra es mirar lo acontecido y tratar de entender. Esto último es lo más dificil, porque puede resultar que lo sucedido no tiene una explicación racional, salvo que se entiendan las razones de las raras circunstancias. Pero ello es un dilema personal y ante todo de espacios de existencia.
Lo que sí queda como hiel amarga son los momentos transcurridos así como el entendimiento que no todo es tan maravilloso como idealistamente se piensa. Dan ganas de mandar todo hacia abajo, y con motivo, porque la bronca del Alma es muy grande, pero tambièn en auxilio humano, se recurre al largo trajinar que la Vida ha acumulado.
¿Realmente es importante lo sucedido?. Hoy podría decir que no lo sé, aunque la primera frase que puedo articular es un "puta madre", pero mañana o dentro de un tiempo podría decir: si fue importante y necesario tener ese punto de desencuentro.
Marcar espacios, límites no es algo muy propio, además que no me agradan en absoluto que me establezcan el tablero de mis movimientos. La desazón y fastidio es quizás porque tratan de establecer parámetros que no se ajustan a mi esencia.
Desde un punto de vista distinto al mío, la validez de estos límites pueden ser correctos, pero mi mirada los rechaza por que no soy quien los determina. Aceptarlos tiene un alto precio para mí, pero si recuerdo a la Vida, quizás es el costo a pagar.
No me es grato todo esto, pero es el momento de afrontarlo. Apelar a la inteligencia, a la mirada cauta de las cosas y a considerar que los límites reclamados son sentimientos de alguién que no soy yo, quizás resulta en un imperativo de respeto y consideración.
Ser menos egoista, significa también querer de buena manera.
El tablero está marcado. Las circunstancias lo han establecido de la manera más sorpresiva. El costo es alto desde cualquier punto de vista. El cuidado es necesario.
¿ Vale la pena todo esta cháchara?. No lo sé, sólo considero que los momentos pasados no me gustan. Sólo espero que mis reacciones sean las apropiadas.
Además, es necesario mirar las cosas tal como son. El limite lo asumo, a mi manera, en mis tiempos, en mis caminos.
No se desprecia lo que vale, pero el valor depende de la mirada que se posa.
Hoy no me interesa esto último. Prefiero a quien siempre tenga una mejor mirada,,,