viernes, 16 de mayo de 2008

A contracorriente


Fue un golpe directo a todos.

El sonido, antiguo pero claro de la música de un AKITA, una pequeña radio portátil se sintio en toda la movilidad urbana. Fue como el sonido de un Stradivarius popular.

Casi el 90% de los pasajeros de la movilidad tenían el apéndice auditivo de la cultura música digital, pero esa homogeneidad castrativa de la sonoridad, por su concepto de individualidad extrema y distante entre unos y otros, fue rota por el sonido radial de un pequeño transmisor, cuya vigencia y popularidad muchos de los viajantes en la movilidad jamás percibieron dada la juventud de sus vidas.

Fue un sonido de vida, un sonido contra la corriente.
La vida tiene otras opciones y no todo es uniformidad.
La cultura no es una sola y quizas la diversidad en entenderla radica también en tener la voluntad y capacidad de vivirla tan intensamente en todos sus aspectos.

Nadar a contracorriente no es solo una alternativa, quizas sea el imperativo que se necesita para realmente vivir.

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